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Las Reformas

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Reformas

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Dios ha establecido esferas privadas preexistentes a la aparición del Estado tales como la familia, el medio empresarial, la educación y la iglesia. Son estas áreas pertenecientes estrictamente al ámbito privado, frente a las cuales el Estado no tiene derechos, por lo que no puede tomarse atribuciones que no sean las determinadas por sus funciones únicas y propias, dentro de las que cabe señalar: justicia, seguridad y obras de infrastructura. Es por esta causa que consideramos que el Estado debe ser limitado.

Limitado en funciones; puesto que el propósito de los gobiernos no es hacer negocios, ser propietarios, gerentes de empresas o dueños de bancos, ni enseñar, curar, alimentar o proporcionar orientación espiritual a las personas, sino que más bien ocuparse de garantizar la justicia, seguridad y las obras públicas. El resto de las funciones sociales las cumplen las instituciones privadas: empresas, bancos, escuelas, iglesias, medios de prensa, aseguradoras, etc.

Limitado en poderes; es decir en competencias, derechos, facultades y potestades. Este sólo debe abarcar las estrictamente necesarias para el cumplimiento de sus tres funciones.

Limitado en gastos y por consiguiente en recursos, sólo se deben considerar los necesarios para el cumplimiento de sus tres funciones.

 

 

Un Gobierno limitado a sus funciones propias en seguridad, justicia y obras públicas, permite que las empresas produzcan bienes y servicios en mayor cantidad y calidad, provocando que la economía crezca realmente de manera efectiva y no sólo en cifras estadísticas oficiales. De este modo se crean muchas oportunidades, generando  empleos suficientes para todos, lo cual ocasiona que los ingresos de las personas y las familias se incrementen, en tanto aumenta la productividad y el tamaño del producto económico, es decir la riqueza.

De esta forma a medida que se va creando la riqueza, también se va distribuyendo por medio de mayores ingresos que permiten comprar y pagar la comida, ropa, vivienda, transporte, educación, cuidados médicos y las pólizas de seguros para la vejez o los infortunios de la vida, sin depender del Estado y los vaivenes políticos.

Una vez limitado el Estado a sus funciones propias y ajustada toda la economía a sus leyes naturales, los ingresos bastarán para pagar precios reales y remunerativos por los alimentos, educación, medicamentos o cualquier otro producto. Los precios del consumo serán estímulo suficiente para los productores, sin requerirse programas de incentivos u otras promociones del sector político. Con un Gobierno limitado, el traslado de un rubro productivo a otro será la respuesta del empresario a los cambios en las estructuras de precios, sin existir prohibiciones para importar.

Se comprende entonces que nuestra ideología se opone al estatismo en general: el dominio y control del Estado, sea en su versión neo-mercantilista (a veces llamada “Neo” liberalismo) o en sus variantes nacionalistas, socialistas y comunistas; es decir en una combinación de todas ellas, como ocurre frecuentemente en los gobiernos de América Latina. A estos modelos les llamamos neoestatismos del siglo XXI.

Miramos con esperanza los modelos aplicados en Hong Kong y Shangai, estableciéndolos como un punto de referencia para nuestras economías, pues constituyen un ejemplo de éxito económico liberal.

 

  1. Con propiedad privada todos podemos ganar más y vivir mejor.  La propiedad privada no es sólo el derecho de cada ciudadano a conservar lo que le pertenece, sino que también corresponde al derecho de las personas de disponer libremente de lo suyo. Este es el pilar fundamental de una economía de empresas libres en mercados libres. Donde haya empresas privadas en competencia abierta, se crea riqueza con tanta eficiencia que los precios de sus artículos, los cuales se vuelven más abundantes y de mejor calidad, tienden a bajar. Al multiplicarse los negocios, abundan los empleos, los empleadores compiten por los trabajadores y los salarios reales tienden a subir. ¡Eso nunca se ha visto en América Latina! Claro que no, aquí nunca ha habido libre mercado. ¿Por qué no ha habido? Porque mucha gente cree que el libre mercado es bueno sólo para los ricos o que sólo sirve para producir riqueza, mas no para distribuirla. Esto no es así, ya que donde hay mercados libres se gana bien porque se ahorra mucho y se invierte más, por lo que la riqueza se crea más fácilmente y se distribuye en moneda sólida con decentes y crecientes ingresos para todos.
  2. La propiedad privada es el remedio a la pobreza. Es por esta razón que quienes más necesitan el respeto a la propiedad privada no son los ricos, que ya la tienen, sino que más bien las personas de bajos recursos. Sin propiedad privada los ricos pueden volverse pobres,  pero los pobres, quienes se encuentran sin derecho a conservar íntegramente los frutos de su trabajo y esfuerzo, nunca podrán volverse ricos. Es por esta causa y es preciso subrayarlo, que los pobres además de necesitar tener buenos ingresos y adquirir bienes, requieren el respeto a los derechos de propiedad privada. Entonces los tres pilares anteriormente señaladas son fundamentales y complementarias:  I. Gobiernos limitados a sus funciones propias, brindando eficazmente aquello que los mercados no pueden: justicia, seguridad y obras públicas. Así los gobiernos también se limitan en poderes, atribuciones, gastos y recursos; dejando disponibles a los particulares el dinero, los activos, el personal y otros recursos económicos necesarios para satisfacer las necesidades y demandas de la población por los canales privados. II. Mercados, empresas y actividades privadas libres, para que la gente puede organizarse espontáneamente, ofertando los recursos que ella misma posee. III. Instituciones privadas separadas del Estado, a fin de evitar el entorpecedor y humillante sometimiento al poder y a la política.
  3. La propiedad privada es el secreto del desarrollo. El periodista Tom Bethell en su libro “El triunfo más noble”, busca explicaciones sobre los por qué de la riqueza de las naciones, el establece que todas estas terminan en el respeto a la propiedad privada, en la cual la gente pueda usar y disponer libremente de lo que posee.
    Los pocos países cuyos gobiernos todavía protegen y defienden los derechos de propiedad son precisamente  los más ricos y desarrollados. Hace más de 50 años el empresario Henry Weaver revisó la historia completa de la humanidad en otro libro, titulado “La fuente del progreso humano” y llegó a la misma conclusión. Al igual que los dos escritos señalados anteriormente, hace más de 100 años el francés Frederic Bastiat en “La ley”, más de 200 años atrás Adam Smith en “La riqueza de las naciones” y hace más de 2 mil años -en nombre de Dios- Moisés mandó a los judíos respetar la propiedad privada.
  4. La propiedad privada es garantía de democracia. Muchos gobiernos democráticos se atribuyen la función de “redistribuir” la riqueza, se supone que en favor de la mayoría pobre a costa de la minoría rica. Es de esta forma que se pierde el respeto a la propiedad privada, contra la cual comienzan los ataques: exceso de impuestos, inflación, abultada deuda fiscal, expropiaciones y gran cantidad de leyes, decretos y regulaciones limitativas y restrictivas de los derechos de propiedad. Por siglos así se ha impedido el pleno desarrollo de los mercados, creadores de riqueza, provocando que los pobres no puedan salir de la pobreza. Es acá donde los gobiernos no son limitados, los mercados no son libres y las instituciones privadas no están separadas del Estado, pervirtiéndose todos y cada uno de los contenidos asociados a la democracia, como los principios de primacía de la ley, independencia de los jueces, federalismo, vigencia de los derechos humanos, elecciones limpias,como también las libertades de expresión, de enseñanza, de cultos, entre otras.
  5. La propiedad privada es el sostén de la libertad. La libertad de expresión no es nada si los medios de expresión dependen de licencias y permisos concedidos a título de exclusividad. La libertad de enseñanza tampoco, cuando los particulares no pueden ser dueños de los centros docentes. Lo mismo ocurre con la libertad de culto, cuando no existe la propiedad privada de los templos y seminarios, por las iglesias y asociaciones religiosas. Es de esta forma, que sin propiedad privada perecen todas y cada una de las libertades básicas que la democracia se supone resguarda y preserva.

“Donde no hay propiedad privada, el individuo se somete al Estado o muere de hambre”. No escribió esta frase un liberal o un conservador, sino el ultracomunista León Trotski, decepcionado y amargado por el fracaso de su lucha contra Stalin, al descubrir la causa profunda de ese fracaso.

 

5 enemigos de la propiedad privada

  1.  Confiscaciones, expropiaciones e invasiones:  Irrumpen cada vez más esferas privadas -agro, industria, banca, educación, deporte, medicina, arte y cultura, ciencia, entre otros, por medio de esto, los gobiernos se atribuyen demasiadas funciones, incurriendo en excesivos gastos y poderes.# El gasto público excesivo lleva a los impuestos excesivos, lo que se trasforma en un asalto a la propiedad privada. Es cuando los impuestos no alcanzan que los gobiernos recurren a la deuda pública, convirtiéndose esto en un impuesto diferido para el futuro o en su defecto, recurren a la inflación, un impuesto disfrazado.# El poder excesivo lleva a las confiscaciones de empresas, activos y otras propiedades privadas o a tolerar y aún a fomentar invasiones privadas de propiedades privadas.
  2. Regulaciones limitativas y otras leyes malas: El poder excesivo también lleva a las ordenanzas arbitrarias, disfrazadas de leyes, las que sólo aparientan la propiedad privada. Por ejemplo, usted es el dueño de su casa, y dispone libremente, ¿cierto? Supongamos que mañana las leyes decidan hasta qué hora se quedan las visitas o cuáles pueden ir o no, qué reuniones pueden o no haber y en qué horarios, qué se cocina y cuándo se hace limpieza. Esas intromisiones gubernamentales en la vida doméstica, ¿serían contrarias al derecho de propiedad? Pues lo mismo ocurre con las intromisiones en la vida económica; controles de precios y salarios, cambios, prohibiciones y restricciones al comercio exterior, leyes “protectoras” que garantizan privilegios, leyes del trabajo que protegen la vagancia y matan empleos y leyes penales que estimulan el crimen. Son las leyes malas las que ocasionan estas dificultades, estas provienen de considerar como ley toda orden del parlamento, así sea contraria a la justicia, equidad,razón o realidad y de considerar a la voluntad de la mayoría como norma suprema e inapelable, contra la cual no valen argumentos racionales ni derechos naturales. Esto constituye perversiones de los conceptos de ley y de democracia. Es cuando estos conceptos ya no sirven y la razón se ha perdido de vista, que queda la violencia desnuda.
  3. Inseguridad e injusticia La inseguridad reinante en calles y campos, y la falta de justicia en los tribunales, también representan agresiones contra la propiedad privada. Como en general el abandono por los Gobiernos de las funciones naturalmente propias del Estado -seguridad, justicia, obras públicas-, descuido que resulta de atribuirse demasiadas funciones. Así como las obras públicas aumentan el valor de nuestros inmuebles y demás propiedades, su deterioro o ausencia le disminuyen. Y lo mismo pasa con el abandono o descuido de las funciones de policía y justicia.
  4. Conceptos engañosos. Tal vez el mayor peligro para la propiedad privada son los disparates. “La propiedad es un robo” dijo el socialista Proudhomme y los ladrones saltaron de alegría, “el medio es el mensaje” dijo MacLuhan y ya nos despreocupamos de si los mensajes tienen o no sentido. Lo que cree la gente toma el lugar de la realidad objetiva como criterio de verdad y vivimos presos de las modas y opiniones cambiantes, inmersas en el relativismo. Ejemplos de conceptos engañosos son: democracia “real”; desarrollo “sustentable” (o endógeno ¿?); deuda (o justicia) “social”; responsabilidad social empresarial. Los anteriores son conceptos vagos, difusos, equívocos y con varias interpretaciones (y torcidas muchas de ellas), propios del pensamiento flojo. Abren inmensas puertas a toda suerte de torpezas, caprichos y abusos, con base en la errónea suposición de que los gobiernos son intelectual y moralmente superiores a nosotros, conocen mejor que nosotros nuestros intereses y necesidades y por tanto han de dirigir nuestras vidas, acciones y conciencias, y disponer a su antojo de nuestras propiedades.
  5. Abandono de la razón como criterio de juicio y conducta. Mientras se guarde el puesto de la razón como superior criterio de apelación y examen, los conceptos engañosos no pasan. Y mientras haya tiempo y ganas de pensar y no se maten por completo las frases efectistas a las razones, las imágenes a las palabras, las emociones a las evidencias y los sentimientos a los hechos, aún queda esperanza.

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